viernes, 28 de octubre de 2011



El pateticismo del despechado (RELOADED)

Sobre los ex’s novios mediáticos, la influencia de la tv y música basura y el amarillismo en las rupturas amorosas.




Como suele suceder y ya he dicho en anteriores publicaciones, lo que se termina siempre deja un  souvenir  de recuerdo, o secuelas en su defecto,  especialmente en las relaciones amorosas.
La mía  finalmente (y hace rato) llegó a su fin, valga la redundancia, y hoy quiero compartirles las curiosidades del post-corte que les prometo los sorprenderá y divertirá el rato.
Como suelo hacer cada vez que escribo publicaciones auto biográficas, utilizaré nombres ficticios para referirme a los protagonistas. Llamaré Pibe ‘N’  a mi subestimado ex novio y Señorita ‘F’ a una participante que luego introduciré.

No entraré en detalles sobre mi sepultada relación amorosa pero creo conveniente comenzar una breve descripción de la situación post-ruptura apuntando una cuestión no menor: durante unas semanas montamos la segunda parte de la conocida película “Viviendo con mi ex”.
Si, si, quien les escribe encarnó a la increíble Jennifer Aniston en una tragicómica situación de convivencia con un ex con quien no se entablaban más que  diálogos monosilábicos y escenas varias de llanto de su autoría (y, supongo, típicas de sujetos como él que escuchan Arjona) propias de programas como “Gente que busca gente” (con Franco Bagnato, lo recuerdan?)
Creo que este incómodo y bizarro período no superó las 2 semanas pero, créanme, dentro del hogar, todo parecía suceder en cámara lenta por lo que traté de engordar mi agenda a más no poder para evitar embarazosos cruces. Por supuesto que estas constantes salidas fueron motivo suficiente para más de un planteo, sin sentido, que por lo general, terminaba en portazo o ironía en su estado más puro.

Recuerdo incluso una memorable clase de la facultad con mi estimada profesora Rogieri quien decidió preguntarme, a modo de parodia para explicar un tema de lingüística, con quién vivía e instantáneamente me volví la gracia del salón. Traigo precisamente este recuerdo al relato porque fue felizmente al concluir la clase que recibí un sms de Pibe ‘N’  avisándome que había conseguido lugar y ya se había mudado. La alegría fue tan grande que, fiel a mis creencias religiosas de ley de atracción y fluir de buenas energías, me vi obligada a agradecerle a mi profesora por su intervención divina.

Pasada y pisada la eventualidad de la convivencia, sólo escasos reclamos y juegos púberes quedaron de por medio (entiéndase por juegos  púberes aquellos intentos infantiles del abandonado por saber de la vida amorosa/sexual de la zorra abandonadora en los que, por ejemplo, se acosan vía redes sociales, a los amigos de la zorra abandonadora en busca de información. Así es, eso que usted y yo habremos hecho, seguramente, en el esplendor de nuestros inocentes 13 o 14 años)
Estando ya en un bello período y gozando plenamente de una re-estabilización, no sólo económica sino también afectiva- emocional, llegó a oídos de Pibe ‘N’ un estrafalario chisme de pasillo (de, pongámosle, ‘Ideas del Sur’ para ser gráficos y descriptivos) sobre la más temida de todas las desgracias: cuernos.

Pibe ‘N , anteriormente, me había comentado ( y muy orgullosamente)sobre  una previa relación en la que su ex pareja le había sido secretamente infiel por lo que él decidió cobrarse tal ofensa, nada ni nada menos que follándose a la hermana de su ex.
Horrorizada ante eso, supe de ante mano (por más que no soy buena para engañar ni me siento a gusto haciéndolo) que jamás debería hacerlo con él, por más que no viera a mi hermana de casi 40 años haciendo nada raro con él, claro.

Antes de proseguir con el relato, debo, además,  contarles que pasada mi etapa post-corte (que hacía ya meses venía en camino pero con obstrucciones emo-arjoneanas que lo impedían) comencé a frecuentarme con una figurita repetida del pasado con quien estabilicé, también, otras cuestiones.

Vale aclarar, también, que Figurita Repetida  había, casualmente, terminado una relación hacía un par de meses con la Señorita ‘F’  y venía remando contra viento y marea, reproche y llanto. Algo parecido a lo que, quien les escribe, había estado viviendo durante el rodaje de “Viviendo con mi ex 2”.

En fin, el  chisme, como les decía, había llegado a Pibe ‘N’  por la mismísima Señorita ‘F’, quien  a su vez (y aquí abrochen sus cinturones que los puteríos requieren de especial atención para no perderse) había sido ‘informada’ por una muchacha a quien cariñosamente apodaremos ‘Layuta’.
‘Layuta’, en su afán de mantener a sus amigas enteradas de la pura verdad  (y resaltaré, no inocentemente, mantener a sus amigas), terminó por inventar una mini novela (que de seguro hubiera sido un éxito en la tv mexicana) en la que, quien les escribe, era la tercera en discordia.  
 De golpe y porrazo me vi involucrada como culpable y causa directa de la ruptura entre Figurita Repetida y Señorita ‘F’.

Conjugar dicho y hecho nunca ha sido fácil para un despechado y podrá corroborarlo en los renglones siguientes.
Señorita ‘F’, de quien ya he recibido pseudo-amenazas e insultos varios por ‘haberle robado’, acechó  vía sms (y de forma presencial, también, por cierto) a Figurita Repetida durante largas semanas. Además de esto, Señorita ‘F’, luego de una ardua investigación (en la que supongo dio con mi paradero) dedujo, por el inactualizado estado sentimental de Facebook de mi ex, Pibe ‘N’, que él y yo todavía seguíamos juntos por lo que su versión fue incorrecta desde un principio (y aún mayor su ira).

Pibe ‘N’, por el contrario, brillaba por su distancia física y no hubo noticias de su parte más que una naciente y sospechosa amistad facebookeana entre él y la Señorita ‘F’.
“Es al pedo, uno los deja y el despecho los amontona”, me comentaba una amiga que vivió una experiencia algo similar. Y estamos casi a punto de adherir.

La fórmula chisme + despecho suele traer exorbitantes resultados por lo que me mantuve algo alerta hasta que mi curiosidad me obligó a contactarme directamente con Pibe ‘N’para averiguar si lo que todos sospechábamos había sucedido.
Tras varios intentos fallidos del despechado por desmentir la realidad (de nuevo, inspirado en canciones y escenas Arjonenes), terminé por afirmar que, finalmente, Pibe ‘N’ y Señorita ‘F’ habían exitosamente concretado , titulando así la historia que ellos mismos dieron por escribir “la triste venganza de los despechados”; sintetizando en un cúmulo de pulsión sexual, sus más afligidos y fogosos sentimientos de desamor.


 Ahora bien, queridos lectores, creo conveniente un repaso general del relato de hoy a modo de moraleja.

1) No confíe en quien escucha Arjona y se jacta de ello.

2) No se deje tentar por la tragedia, evite escenas de llanto y novela  en el proceso de ruptura amorosa (puede que su ex se vuelque a la escritura  y comparta su experiencia)

3) No permita, bajo ninguna circunstancia, que su pareja mire más de dos horas de televisión en su casa mientras no encuentra empleo.

4) Por más estúpido que le suene, mantenga actualizado su estado de relación en Facebook (uno nunca sabe cuántos despechados y espías se encuentran al acecho)

5) Sea hombre o mujer (y disculpen pero me inclinare más por mujer), no se rebaje a pelear con un desconocido por la re-tenencia de un ex.


Sin más que comunicarles por el día de hoy, los despido y espero que hayan encontrado útiles mis consejos de  consultorio. Y por favor, si no lo hicieron, vean la película “V for Vendetta”, esa sí que es una buena peli que, de seguro, los protagonistas de mi relato no deben haber visto.

Hasta la próxima!


















domingo, 16 de octubre de 2011



El eterno resplandor de una persiana con agujeros


Luego de una larga y riquísima jornada intelectual que terminó por dejar mi cerebro en corto, decidí que no habría mejor plan para mi viernes de jubilada que dormir y, en lo posible, no soñar con cuestiones universitarias.
Fue así que con una larguísima lista de canciones que incluía desde Joy Division hasta Sumo y temas sueltos de mi playlist quinceañera titulada “para el suicidio” (cuyas canciones mejor no detallar) me fui a acostar.
Con el play presionado, el volumen cuidadosamente testeado y mis hijos perros ya purgados, por decirlo de alguna manera, me perdí en el placer puro de mis veneradas sábanas de seda (una de las inversiones más inteligentes que pude haber hecho) que responden perfectamente a mi inestabilidad emocional: no me asfixian ni me abandonan, solamente me acarician.
Por más sueño que tuve no pude escaparle a las diapositivas que por mi cabeza se cruzan, a modo reflexivo, sobre las escenas relevantes del día y sobre aquellas que termino por imaginar porque nunca se concretaron.
Y bien, introspección finiquitada, posición ideal encontrada, sólo quedaba por esperar que vos, sueño, pasaras a buscarme y me llevaras bien lejos, idealmente, a un cuadro de Dalí o algún que otro surrealista.
Minutos posteriores, en esos en que te preguntas ‘qué pasa que el tren onírico no pasa? piquete en la fase rem?’, me vi en unas de las mejores posiciones para dormir de toda mi vida. La almohada en un admirable abrazo con mis codos y a una altura súper confortable para mi problemático cuello. Las sábanas, como nunca, perfectamente estiradas y ajustadas al colchón y el acolchado más suave que nunca y con una riquísima fragancia a recién lavado.
Conforme y alegremente sorprendida ante tanta perfección consideré, por un momento, sacar una instantánea mental de tan perfecto momento para recordar detalladamente la posición de cada cosa, incluso la mía.
Inmediatamente supe que tanta información no entraría en mi cabeza por lo que descarté la idea y hundiendo un poco más mi cabeza en la almohada, cerré mis ojos planeando no volverlos a abrir hasta próxima alarma botona de mi celular.
Y fue ahí. Fue en esa última y trágica decisión en que la escena perfecta, que por un instante consideré memorizar, encontró su final.
Cómo pudo un leve movimiento de cuello sobre la almohada aniquilar tan hermoso momento de afinidad entre cuerpo y cama?
Y no fue, déjenme aclarar, la nueva posición de mi cabeza la causante de semejante injuria sino un rayo inmundo de luz proveniente de calle que, sin piedad alguna, me apuntaba hasta dejarme no sólo ciega, sino también desquiciada.
Podrán decir que exagero y que bien podría haber movido mi cabeza  sólo unos centímetros para evitar el rayo que se colaba por uno de los tantos e inútiles orificios de las persianas, pero puedo asegurarles que existía entre mi cuello y mis brazos una congruencia tan precisa que resultaba imposible de igualar (especialmente si tenemos en cuenta que una alteración en la posición me hubiera unido directamente a la pared, si, la fría y dura pared)
Mil suposiciones pasaron por mi cabeza y el sermón maternal no fue la excepción. Hace desde que me mudé, unos 4 meses, que mi madre me insiste incansablemente en ‘cortinar’ toda la casa y no dejar ni una ventana sin vestidito. Todo se volvía en mi contra. Sospeché, incluso una conspiración entre la E.P.E y los fabricantes de persianas .Me propuse realizar cálculos numerológicos sobre la cantidad de agujeros de la persiana por hilera para descartar cualquier mala jugada del destino. Pero la rabia y mis problemitas de visión me obligaron a abortar, por suerte, tal estúpida misión.
Totalmente frustrada y despabilada ante tal incidente, me decidí a relatar este hecho y fotografiar el maldito rayo de luz de la persiana con agujeros, para que ustedes, queridos lectores, nunca atraviesen esta situación o bien, no sientan pudor en admitir que alguna vez se sintieron así de indignados por una situación tan patéticamente semejante. 




* (Esta foto no es de mi persiana pero ilustra a la perfeción mi situación. Mi cámara de fotos está en lo de Choy y  aún no fui a buscarla)