jueves, 17 de septiembre de 2015

Más Beyoncés, menos Sweet Honestys


Yo, que socialmente soy paz y amor, mate y bizcochito, pan con manteca y azúcar y que tras tantos años de textos publicados en plataformas virtuales he recogido elogios y fuertes críticas, finalmente dí un gran paso hacia el fin del mientras tanto; que de tan estacionado venía coleccionando multas de parquímetro.
Yo, que de Friends me parecía a Phoebe en lo delirante pero a Rachel en lo sumisa, hice de mis delirios un modo de vida y de la sumisión un disco que apenas escucho.
Ya no me siento Sweet Honesty, el viejo perfume de Avón que, a mi olfato, reproduce el olor a la sumisión. Olor a mujer que todo bieniza con todo y ante todo para evitar roces y usa prendas tejidas color pastel y se niega a un bordó en verano porque "¡los colores fuertes son para el invierno!". Prendas que mi mamá prometía tejer cuando compraba 'El arte de tejer', el reputado manual de tejido noventoso, infaltable en toda mesa ratona o revistero de hogar de clase media.
Hace mucho, un fulano me habló de la importancia de tener enemigos (o gente que no te banque) para la formación de la personalidad y yo pensé "qué mala onda este chabón que festeja la mala onda"; porque como les decía: yo soy 'mate y bizcochito' y '¿para qué bardearnos si todo bien?'.
He descubierto un dulce dejo en saberme enemiga de algunos pedazos de humanidad que condensan propiedades del género humano que aborrezco, debo confesar. Sobre todo porque conocí los motivos y no hay mejor enemigo que quien te odia por tus virtudes.
El mundo - o al menos el mío- necesita de más Beyoncés y menos Sweet Honestys. Este es el leitmotiv que viene y seguirá guiándome en el viaje de ida a Ser más yo que nunca. El mismo que motivó el nacimiento de Femme Fetal y mis nuevos enemigos. Las Beyoncés caminan con la frente en alto y la mirada decidida. Sus espaldas son en verdad extensiones del infinito que en forma de líneas atraviesan la estratósfera para manifestarse en la Tierra.
Que mis virtudes aseguren el derecho de admisión y permanencia en las lenguas ajenas no puede menos que enorgullecerme. Consigan sus propios enemigos y van a ver el abrazo que se dan.

Thank you all for coming.













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