No sé si creen en el azar o las causalidades pero, desde ya, estoy
segura que más de una vez, el 'destino' los dejó boquiabiertos.
Yo creo plenamente en las causalidades y aunque padesca una
tendencia a buscar señales en estupideces cotidianas (ampliaré profundamente
este punto), estoy segura de que les sucedió lo que ahora procederé a contarles.Tuve un fin de semana de extremos altibajos, con mas altis que bajos, por suerte, pero ambos de gran intensidad.
Rendí mi primer parcial del año (por suerte
positivamente) y fui victima de un accidente casero típicamente invernal
en el que, por emular el giro de un pollo cocinándose al spiedo, mi nalga
derecha tuvo un contacto del primer tipo con el calefactor.
Cúlpese al tráfico del carril
por el que circulaban mis neurotransmisores o a mi admiración heracliteana por el fuego pero el 'correte que te estás quemando' o, en
idioma bebé, el 'tuto' llegó
demasiado tarde.
No exageraré diciendo que es una quemadura de primer grado pero tiene pre-escolar hecho hace rato. Y créanme que reviví la situación cuantas veces me senté en algun lado (fácilmente 3 veces por comida del día, es decir, unas 12 veces de seguro dentro del hogar sin contar las sentadas en la facultad y/o moto de mi novio, y, obviando las idas al baño que se volvieron sentadillas, -si, unas piernas divinas-)
Esporádicamente, sobre todo en períodos de furia cinéfila (en la que miro 2 películas al día durante un lapso de tiempo que una fuerza exterior a mi me obliga a ver) tengo la sensación de que vivo en una película y de que las acciones del día van acompañada de un soundtrack permanentemente y siempre acorde a la situación.
Tal es así que, a veces, sin estar transitando mi período cinéfilo, la música de fondo - de un ringtone, de una radio o de un programa de televisión- aparece y me musicaliza (por lo general inoportunamente) una escena.
Fue el Viernes pasado que fui a tatuarme la cara interna del brazo (la parte blanquita, el famoso 'salero') a 'Pelado Tattoo Studio' de donde soy socia con un nutritivo desayunito previo para tolerar la sesión. Ahora bien, cabe aclarar que mi concepto de nutritivo en el desayuno incluye siempre un fresco exprimido de naranja, alguna que otra semilla y/o cereal. Ese día no tenía más que las semillas y una naranja pasadita así que con eso salí para el estudio.
No es mi primer tatuaje sino el décimo cuarto por lo que, a esta altura, el dolor ya no es obstáculo alguno. O al menos eso creía.
Desde luego había olvidado las consecuencias de tatuarse en dos o mas sesiones (por el dolor de tatuar sobre lo tatuado) por ende el 'tironcito que te hace la depi lady' (esa terrible falacia que dicen las mujeres que se hacen las que no sufren con un tatuaje) se había vuelto en una trincheta asesina que contorneaba la silueta de una nena en el dibujo de mi tattoo.
Si, ouch.
No exageraré diciendo que es una quemadura de primer grado pero tiene pre-escolar hecho hace rato. Y créanme que reviví la situación cuantas veces me senté en algun lado (fácilmente 3 veces por comida del día, es decir, unas 12 veces de seguro dentro del hogar sin contar las sentadas en la facultad y/o moto de mi novio, y, obviando las idas al baño que se volvieron sentadillas, -si, unas piernas divinas-)
Esporádicamente, sobre todo en períodos de furia cinéfila (en la que miro 2 películas al día durante un lapso de tiempo que una fuerza exterior a mi me obliga a ver) tengo la sensación de que vivo en una película y de que las acciones del día van acompañada de un soundtrack permanentemente y siempre acorde a la situación.
Tal es así que, a veces, sin estar transitando mi período cinéfilo, la música de fondo - de un ringtone, de una radio o de un programa de televisión- aparece y me musicaliza (por lo general inoportunamente) una escena.
Fue el Viernes pasado que fui a tatuarme la cara interna del brazo (la parte blanquita, el famoso 'salero') a 'Pelado Tattoo Studio' de donde soy socia con un nutritivo desayunito previo para tolerar la sesión. Ahora bien, cabe aclarar que mi concepto de nutritivo en el desayuno incluye siempre un fresco exprimido de naranja, alguna que otra semilla y/o cereal. Ese día no tenía más que las semillas y una naranja pasadita así que con eso salí para el estudio.
No es mi primer tatuaje sino el décimo cuarto por lo que, a esta altura, el dolor ya no es obstáculo alguno. O al menos eso creía.
Desde luego había olvidado las consecuencias de tatuarse en dos o mas sesiones (por el dolor de tatuar sobre lo tatuado) por ende el 'tironcito que te hace la depi lady' (esa terrible falacia que dicen las mujeres que se hacen las que no sufren con un tatuaje) se había vuelto en una trincheta asesina que contorneaba la silueta de una nena en el dibujo de mi tattoo.
Si, ouch.
- Te duele mucho, negra? Me pregunto él.
Claro que
mentí y le dije que no pasaba nada (pensé que así lo haría más rápido) así que
a los tres minutos, o menos, de comenzado el tattoo, me ví en el programa de
Veronica Lercari (la que hacia gym por tele y era famosa por marcar las
repeticiones de los ejercicios con una bonita pandereta al compás de 'chiquito, chiquito y un y dos’)- http://www.youtube.com/watch?v=gjhRQF9U14E- y
comencé mis ejercicios de contracción de grupos musculares. Dicho en criollo,
me fruncí desde el dedito gordo del pie, que de haber estado descalza se
hubiera visto como el dedo de ET apuntando al cielo, hasta la mandibula.
No, no exagero esta vez. El dolor era
tal que, llegado el punto en que los gluteos dolían de tanta contracción,
comencé a reprocharme y arrepentirme del juguito de naranja y las semillas
(ustedes dirán que fui inoportuna en desayunarme una diarrea asegurada pero en
mi cuerpo, estas combinaciones ya no son novedosas y se toleran tranquilamente)
dado que la contracción ya no sólo envolvía a los músculos sino que también
algunos órganos se unieron al fruncimiento colectivo.
Boca arriba, con el bracito tatuándose inmóvil y fingiendo que nada doloroso sucedía, intercambié comentarios, risitas y onomatopeyas con mi tatuador que intentaba distraerme. Es así que criticando la música que sonaba en el momento, mi tatuador, entre risas, le pidió a otro de los chicos del local que ponga un tema en particular sin especificar su nombre.
Segundos después, quien les escribe, se encontraba con el 80% de su cuerpo fruncido al ritmo de una divertida canción titulada 'Ataque de caca' http://www.youtube.com/watch?v=4i64jAgWO4A, una tragicómica canción de una banda punk, cuya procedencia desconozco, que relata la desesperación de un joven en pleno proceso previo a defecar. Si. Muy azarosa la canción.
Transcurrida la sesión con mi cuerpo enteramente contracturado y el brazo tatuado como recién cortajeado con una trincheta rota, me subí al auto y con la fuerza que me quedaba manejé.
Y adivinen quién apareció al sentarme..
Boca arriba, con el bracito tatuándose inmóvil y fingiendo que nada doloroso sucedía, intercambié comentarios, risitas y onomatopeyas con mi tatuador que intentaba distraerme. Es así que criticando la música que sonaba en el momento, mi tatuador, entre risas, le pidió a otro de los chicos del local que ponga un tema en particular sin especificar su nombre.
Segundos después, quien les escribe, se encontraba con el 80% de su cuerpo fruncido al ritmo de una divertida canción titulada 'Ataque de caca' http://www.youtube.com/watch?v=4i64jAgWO4A, una tragicómica canción de una banda punk, cuya procedencia desconozco, que relata la desesperación de un joven en pleno proceso previo a defecar. Si. Muy azarosa la canción.
Transcurrida la sesión con mi cuerpo enteramente contracturado y el brazo tatuado como recién cortajeado con una trincheta rota, me subí al auto y con la fuerza que me quedaba manejé.
Y adivinen quién apareció al sentarme..
Si, la nalga carbonizada.
Y adivinen qué canción de qué artista sonaba azarosamente en la radio del stereo.
Y adivinen qué canción de qué artista sonaba azarosamente en la radio del stereo.
Si, 'Me
arde' de Calamaro.
Pero el azar fue aún mas lejos.
La noche previa había tenido una absurda pero trágica discusión con mi novio en la que, actuando como una desquiciada sin motivo alguno, me fui de su casa. Al salir subí al auto e, interiormente admitiendo mi error, Pete Doherty se burló de mí cantándome :
Pero el azar fue aún mas lejos.
La noche previa había tenido una absurda pero trágica discusión con mi novio en la que, actuando como una desquiciada sin motivo alguno, me fui de su casa. Al salir subí al auto e, interiormente admitiendo mi error, Pete Doherty se burló de mí cantándome :
And what a nice day for a murder
You call yourself a killer but
the only thing that you're killing is your time
There's nothing absurder
Resulta que había dejado mi cd de
Babyshambles puesto y Pete estaba esperándome, como siempre, con un buen
consejo para darme
Siempre sospeché que los músicos y compositores, al componer, lo hacen pensando en alterar, acompañar y sobre todo incomodar una escena.
Siempre sospeché que los músicos y compositores, al componer, lo hacen pensando en alterar, acompañar y sobre todo incomodar una escena.
Lo que es aún peor es cuando se está
acompañado y la canción fantasma sugiere un tema que no viene al tema, como cuando la persona que te acompaña fue dejada
por su pareja y la canción que resuena trata sobre una infidelidad o como si
pasada una reciente perdida de un familiar apareciera 'no estaba muerto, estaba de parranda'.
O no les pasó, acaso, que estando en compañía
de una persona muy mayor, aparecen
canciones de esas modernas que apoyan sin prejuicio alguno la total liberacion
sexual? (si, todas esas que se les están ocurriendo, desde las del tipo ‘Arde papi’ hasta las novedosas y actuales canciones de
cumbia y reggaeton)
Tampoco padecieron un tema romántico o que ‘incita
al encare’ mientras están con una persona del sexo opuesto que acaban de conocer?
En fin.
Así de incómodas pueden ser las canciones.
No sé quién es el dj de los momentos incómodos, pero a quien sea le digo: ubicate!
No sé quién es el dj de los momentos incómodos, pero a quien sea le digo: ubicate!
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