miércoles, 28 de abril de 2010

La influencia de la novela mexicana y sus aplicaciones en las relaciones humanas. Parte I




De la hipersensibilidad femenina
Sobre el fichero mental y su pública exposición.



Retomando el post anterior y abarcando ahora la reacción femenina en la ruptura amorosa, proseguiré exponiendo mis andanzas y arrebatos.
Así como uno va a un cumpleaños y suele obtener (quiera o no) el souvenir de la fiestita, cada pareja nos deja, a modo de souvenir, un recuerdo, una cicatriz, un sellito vacuno o una grave secuela. Por cada maniquí que pasaste, en tu vida hubo un antes y un después. Como si fuese un graffiti de puerta de baño de esas YPFs en plena ruta descampada, deja constancia de quién cagó ahí: “Pachu te amo. Yo - la Vero, cagué acá, 1992" (cosa que nunca entenderé es si la Vero pretendería que Pachu viera esa mierda de men
saje o si lo haría por la nostalgia misma que le podría producir defecar en territorio desconocido y sin su gurrumín)
Claro está que en el grupo de amigas, la tendencia es alentarse entre sí a jamás rebajarse ante un
hombre. Justamente para eso están las amigas. Para ayudar a digerir esas ínfimas cosas que, sin pecar de infidelidad ni desamor, nos dejan con los pelos de punta durante toda una noche y van a juicio al día siguiente luego del veredicto tras la definitoria pregunta “como te fue anoche?” (con una inocente y ‘despreocupada’ sonrisita).
Si estamos hablando de un sujeto con facilidad de palabra y correcto uso gramatical, temporal, semántico y experto en empleo de géneros (diferenciación básica de amigo - amiga ), la prueba estará superada.
Si en cambio quien responde sos vos, sonsín, que acude al revoleo ocular, la excesiva onomatopeya y empleo de temerosos y aclarativos “oseas”, You are dead.
Porque es un hecho, hombrecito ingenuo que poco domina la linguística: para el 85% de las mujeres es una gran sospecha o incluso un delito que la hayas pasado muy bien, que te hayas agarrado ‘el’ pedo de tu vida y ni hablar si, habiendo declarado que tu salida fue un “cuelgue total” aparecen fotografías de la vieja chusma de Facebook en la que aparecés con un vaso (no importa si lleno de seven o vodka) y una leve sonrisa en la cara. Una sonrisa tuya en una foto en Facebook con comentarios salvajes y/o en código de los secuaces de tus amigos (luego de haber definido tu noche como un cuelgue), puede ser tan fatal como una portada de 'Paparazzi' con un gato en micro tanga.
Pasadas las preguntas incómodas de las salidas individuales en la pareja, tanto la mujer como el hombre guardan un registro exacto de lo que el otro declara (entiéndase por exacto: registro de tono, palabras empleadas, nombres de desconocidos/as, horarios, fechas y estados civiles)
Porque adhiriend
o a la trillada y confusa frase “yo perdono pero no olvido”, el fichero mental que luego pueda servir de soporte acusatorio, se cuida religiosamente; casi tanto como ese jean que te hace culo y por ende siempre debe estar listo para sea usado.
Es por eso, y aquí quería llegar, que llegados a la escena de la ruptura, la despechada (en este caso sólo porque hago referencia a la mujer, pero ambos lo hacen) abre su fichero que, llegada la guerra, tiene más fichas que el del Hospital Centenario.
Y ahí te quiero ver, Juanita Despechada. Ahí es cuando las feministas de tus amigas deberían estar para detenerte: en la colgada de ropitas al sol en la soga más extensa del mundo!
Vos la creías normalita e introvertida que te pensabas que, por cortarle en público, te ahorrabas LA escena? Ups. Pensaste mal. Pero ya es tarde. Está sucediendo, y…SÍ!, a quien todos están mirando es a Vos. Y por más que mentalmente estés prometiendo dejar la Play por semanas a cambio de que la tierra te trague y la función acabe, No- Va- A- Su Ce Der (o si en inglés te suena más dramático: that’s- not- going- to-happen!). La función comenzó y como todas sabemos, show must go on!
Hay otro casos extremos también que creo conveniente citar. Tengo una amiga (Elenita) que, como fiel ícono y exponente que es de la libertad de expresión femenina, corona el podio de lo que he dado por llamar “hipersensibilidad ma
ratónica”. Y permítanme explayarme en esta cuestión.
El término “maratónica” no fue elegido al azar. Mi amiga, en la vitalidad de sus 18 años, literalmente CORRIÓ a quien, por cuestiones de privacidad, hemos de apodar Dardito luego que el muy cretino decidiera abandonarla. Pero déjenme ser aún más específica. Elenita corrió a Dardito en plena tarde rosarina por nuestra querida peatonal Córdoba, desde calle San Martín hasta presidente Roca. Según mis cálculos y mis mil m
atemáticas rendidas, son 6 cuadras!
Sí, señores. Seis cu
adras en las que, al grito desesperado de “Dardito por favor no me dejes”, Elenita (sin censura alguna) corrió tras el muy cretino que, si algo tenía era estado físico, y eventualmente logró escapar.





(Para aquellos sorprendidos que luego me contactan para preguntarme si las historias son verídicas)

2 comentarios:

  1. que feo, osea, el "osea" es una pieza ecencial en mi vocabulario.
    Che, no seria "Parte 2", porque el anterior se llama igual o no?

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  2. No no, fíjese bien que el anterior dice "sólo introduccion". ésta es la parte I.

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