Mi mejor amigo se está volviendo libro. Es una hermosa persona que
ha dedicado estos últimos años de su vida a leer casi tan
compulsivamente como yo a tomar infusiones y abandonar carreras. Nos vemos poco porque él
trabaja y lee mucho y yo boludeo, leo poco y escribo mucho pero
cuando lo hacemos notamos que la poca periodicidad no nos afecta en
lo más mínimo. Cada tanto discutimos un poco porque yo lo acuso de
opinar desde sus lecturas y porque suele clasificar y comparar las pelotudeces
que digo y hago con grandes conceptos de reconocidos pensadores que
él leyó y que a mi, como estudiante de filosofía, debieran al
menos 'sonarme de algún lado'; pero nunca pasa.
Él es muy groso
pero me asusta que pierda su cuota de sinsentido y lo trague la
racionalidad. Me tranquiliza bastante saber que su mejor amigo,
Martin, el tincho, si bien es tan nerdo como él, sabe compaginar la
insensatez y la vulgaridad con, quizás, una obra de Shakespeare. Me
cae bien por eso y porque se encarga de agarrarlo a Bruno de sus
largas patas para que no se nos eleve al mundo de las ideas. O al menos no se vaya del todo.
Bruno es de esas
personas que te habla del ser y el logos cuando lo visitás a las 2
am con tanta naturalidad y a la vez preocupación que te dan ganas de
abrarazarlo y de tomar apuntes de lo que dice. Yo, últimamente, hago
las dos cosas y me reservo la parte final de nuestros encuentros para
hablar de citas, chicas, amor y todas esas porquerías de las que
siempre reniega y señala de incomprensibles. Porque Bruno es así,
puede explicarte una teoría que cualquiera usaría como tesis
doctoral pero tiene dificultades para comunicarse efectivamente con
el sexo opuesto. Lo que yo insisto en remarcarle es que, por fin y
por suerte, hay actualmente una reivindicación de los nerds. Hoy ser nerd es cool, como decían los chicos de Radio Gonzo anoche en el
programa. Y si es por esto, él tiene todo para ganar. Es muy lindo
chico, pese a su insistencia a negarlo (que suele violentarme) y en
el fondo, mientras no le hables de pseudociencias y rituales mágicos
sin argumento científico que tanto lo irritan, es fácil ver que es
un adorable bípedo que atrás de su imagen de pibe intelectual -0 snob y 100% real- lo que más desea es compartir una comida con
alguien que le de el mismo amor que él da.
“No tengo autoría
sobre mi mismo, al menos no en tanto que no me decidí en el mundo,
por tanto podés escribir sobre mi con la misma libertad que sobre un
árbol, un país o lo que sea que, como yo, sea parte del mundo que
experimentamos. Osea, si gorda obvio. Te quiero. “
Esto último me
respondió cuando le pregunté vía sms si podía escribir sobre él.
Poquito lo conozco, eh?
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